Javier González Caso
Periodista. Entrevista a los autores tras la 1ª Edición.
Retrospectiva, año 2002.
Entrevista
Javier González Caso, entrevistador
Gerardo López y Gonzalo Barrena, autores de la novela.
Javier González Caso, periodista de La Voz de Asturias (en el año 2002), entrevista a Gerardo López y Gonzalo Barrena, autores de Viaje al mundo de Martín Llamazales. Los Beyos de Ponga, 1893, tras la autoedición con que que vio la luz la 1ª edición de la obra.
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J. G. C.: ¿Cómo se escribe una novela a duo?
G. Barrena: No en una tarde. Esta novela es el resultado de tres años de coincidencias y de encontrarle horas a la tarde para disponer de ellas conjuntamente. Fue un trabajo irregular en el sentido de los ciclos. Hubo meses que trabajamos más y otros menos. Sin embargo a lo largo de tres años se impone un estilo común que está por encima de las individualidades y en esa línea se trabaja. Algunos textos están redactados por uno de los dos, otros por el otro; pero la mayoría están tecleados a la vez, añadiendo, quitando, puliendo cosas en común. Ese es el 80% de la novela.
J. G. C.: ¿Fue Martín Llamazales un personaje desgraciado?
G. Barrena: Ahora los medios de comunicación imponen una especie de necesidad de hurgar en la psicología trágica de los personajes y hacer una tragedia de cualquier realidad. Solamente el que la vive sabe en qué medida está siendo feliz, infeliz, desgraciado o simplemente, está asistiendo a su realidad. En la novela obviamos un poco los aspectos emotivos sin dejar de lado la ternura, el afecto y la pena, a favor de la indiferencia con el que el mundo gira y con el que la Naturaleza asiste a todo lo que se nos ocurre. Martín era un personaje real frente a otros personajes que a veces encarnamos y que no son reales.
J. G. C.: La historia, ¿no es una especie de excusa para rendir homenaje a un paisaje como el de Los Beyos de Ponga?
G. López: Se rinde homenaje al paisaje porque es el de Martín. Los Beyos están ahí y hay que describirlos.
J. G. C.: Pero es evidente que el paisaje tiene mucho que ver en esta historia.
G. López: El paisaje entra dentro del mundo de Martín. Es un paisaje muy vertical en el que se impone la pendiente porque en Los Beyos la forma de vida va en relación con esa pendiente.
J. G. C.: ¿La novela es un viaje a un mundo que ya no existe?
G. López: Pues sí. Es una forma de bucear un poco en el escondido vivir de las aldeas del Beyu.
G. Barrena: Nos toca asistir al final de una época. Ante eso, ¿qué podemos hacer?, ¿recrearla o intentar reproducirla?. Eso quizás no sería ni legítimo. Ahora bien, es obligatorio pasarlo al papel para que no se olvide y para que si una parte de la sociedad quiere volver a esos sitios aunque sea para pisarlos una tarde, un mes o dos años, tenga unas pautas, un hilo, que le permitan conectar con los que hace miles de años pisaron esa zona.
J. G. C.: El escenario remite al lector al mundo de los pioneros, a aquellos que tuvieron que enfrentarse a un medio hostil.
G. Barrena: Al hombre la necesidad lo empuja hacia geografías tan extremas como las de Los Beyos. Los mejores espacios, seguro que estaban rentabilizados por monasterios, señoríos, o por las clases mejor asentadas del Antiguo Régimen. Los espacios marginales, difíciles y extremos, estaban ocupados por quienes no tenían otra cosa y que iban ocupándolos en oleadas demográficas. La forma más sencilla de emigrar era hacia lo inaccesible. Ir allí dónde hubiera dos palmos de tierra y sacarle lo que se pudiera.
J. G. C.: ¿Recomiendan la lectura in situ de su novela?
G. López: No tanto como eso, pero sí leerla y luego ir a ver el paisaje de Llué, porque siempre se va a comprender mucho mejor la historia.
G. Barrena: No se puede leer la novela y caminar por allí porque te matas (risas), pero es un placer encontrar sus raíces topográficas a esta literatura. A veces la literatura está muy alejada de la realidad, pero esta novela está muy arraigada en su paisaje.
J. G. C.: ¿Tuvieron algún referente literario a la hora de escribirla?
G. Barrena: Gerardo traía sin parar novelas naturalistas del siglo XIX y principios del XX. No sé si porque somos un poco clásicos o porque es un tema decimonónico, pero la novela tiene un cierto tufillo a eso. Adentrarse en el mundo de finales del XIX con una perspectiva postmoderna, creo que sería impactante e irrespetuoso desde un punto de vista literario. Descubrir ese mundo con una modernidad lingüística, quizás no era lo recomendable.
J. G. C.: Debió haber una importante labor de documentación.
G. López: Se inició en el Registro Civil de Ponga, ese fue el primer paso. Luego conecté con el entonces párroco, Alejandro Sance Lombardero y consultó los archivos parroquiales. Los datos que faltaban se consultaron en el archivo diocesano. La primera vez que oí hablar de Martín Llamazales fue hace muchos años. Escuchas el cuento de boca de la gente mayor y empiezas a rastrear en los archivos. También consultamos al Observatorio Meteorológico los datos relativos a enero y febrero de aquel 1892 y se pudo comprobar que hubo en toda Asturias aquella nevada tan importante.
J. G. C.: Aseguran en su novela que Los Beyos sólo valen para mapas y cabras. ¿Son realmente un territorio tan agreste?
G. López: Son durísimos. Aquí hay sitios y geografías extremas.
G. Barrena: Hay que tener en cuenta que en Los Beyos era habitual segar amarrados en toda la zona. Además era normal prender el ganado de noche aunque estuviera paciendo suelto para evitar que se despeñara.
G. López: El monte está plagado de sedos (pasos difíciles arreglados por los pastores sobre cortes rocosos que interceptan el tránsito).
G. Barrena: Hay una infraestructura viaria muy compleja porque si no se construyen esos caminos, esa geografía es intransitable. Hay que habilitar el acceso a las zonas de pasto que están muy dispersas para aprovechar cada palmo.
J. G. C.: ¿Son Los Beyos el territorio más duro de Asturias?
G. Barrena: Quizás sea más conocida la zona cabraliega que se asemeja a la estructura de Los Beyos, pero estos quizás aventajen aquello por ser más desconocidos y recónditos.
J. G. C.: La parroquia de Los Beyos ha sido aspirante al premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. ¿Puede acabar siendo un galardón a título póstumo?
G. López: Si, porque casi todos los pueblos están abandonados. En pocos años Los Beyos se mueren, eso es seguro. Si acaso quedará gente en Viegu o San Ignacio. Están ya abandonados Tolivia, Llué, Brañei, La Caviella, Biamón, Rubriellos y Canisquesu. Queda un vecino en Casielles y algo más en Viegu y San Ignacio.
J. G. C.: Ponga, el concejo donde se sitúan Los Beyos, está llamado a convertirse en Parque Natural. ¿Esa declaración no resulta redundante en un territorio cada día menos poblado?
G. Barrena: Si la declaración del Parque Natural no es puramente nominal o política, requeriría a la vez un tratamiento y una protección, así como la recuperación de algunos valores de su patrimonio: forestales, históricos, etnográficos. Se puede contribuir a que no se despueblen totalmente, a que existan algunos modelos que permitan sostener una población mínima, que es imprescindible en ese paisaje. Esa declaración debería ir acompañada de medidas de protección del patrimonio.
J. G. C.: ¿Qué hacer con el patrimonio etnográfico de Los Beyos?
G. López: Habría que protegerlo, pero no sólo los hórreos. También los molinos, los batanes y las cabañas con la cubierta de piedra que son típicas. En éllas no entra un hombre de pie y están cubiertas por grande llávanas de piedra.
G. Barrena: Hay una iniciativa, que es el museo de la madera de Javier Gallinar, que es consecuencia lógica de una preocupación por el patrimonio forestal en una tierra de madera y de madereros. Ese museo sería una de las muchas que podrían tomarse. Nosotros tenemos algún proyecto relacionado con algún edificio histórico. Casi desde cualquier lugar desde el que se mire habrá razones para proteger: arquitectónicas, históricas, biologícas o forestales.
J. G. C.: En Los Beyos confluyen Ponga, Amieva y Sajambre, luego entonces, ¿A quien pertenece el queso?
G. López: Lo tengo clarísimo. Pese a quien pese, es de los tres concejos. En el desfiladero de Los Beyos tienen pastos los tres concejos. La mayoría del territorio es de Ponga, pero Amieva tiene las laderas del picu Canellín, con las majadas de Baenu y Ordes, que están sobre Los Beyos. También tiene en la zona de Oria, en la falda del Carriá y del Pierzu. En Sajambre, en la zona cercana a Tolivia, está la peña del Niajo, que es totalmente sajambriega con majadas como Llaete o La Fresneda. También desde Covarcil al Puente Angoyu con la majada de Fusierra.
G. Barrena: Beyos significa abrigos en la bajura del valle y eso no es exclusivo de un concejo. Hay beyos en el Cares, el Duje y el Sella. Esta es una zona rica en esos abrigos y en sentido estricto sólo podría llamarse queso de los Beyos al relacionado con esos abrigos. Así, si fueramos a una perspectiva muy reducida el queso de los Beyos ni siquiera sería titularidad de un concejo, sino de las parroquias con titularidad sobre las zonas de beyos y esas las hay en Ponga, Amieva y Sajambre. Pero por extensión hay que entender que esas técnicas de elaboración también afectan a territorios limítrofes y puede considerarse legítimo que todo un concejo se impregne de una misma elaboración, pero un concejo no puede privar a otros que tienen también derecho a esa denominación de origen.
J. G. C.: El puente sobre el Sella para ir a Tolivia ya no existe, ¿merecería la pena recuperarlo?
G. López: No sólo eso. También sería importante recuperar el camino, limpiarlo y dejarlo expedito.
G. Barrena: Normalmente las políticas relacionadas con el excursionismo invierten en una infraestructura sobre un territorio de cierto interés. Luego el visitante se encuentra que carece de fundamentos históricos o culturales para el excursionista. En este caso es al revés. Aquí hay mil razones escritas para que se perfile el camino e Tolivia y Llué como uno de los senderos de mayor atracción en toda la geografía de Asturias. Pero eso requiere un tratamiento adecuado y respetuoso y nunca aspirar a convertirlo en una segunda Ruta del Cares. Lo mejor serían visitas reducidas y amparadas en el conocimiento de la zona. Como autores de este libro nos brindamos a formar parte de cualquier consejo asesor o lo que sea.
J. G. C.: Son ustedes autores, editores e incluso distribuidores de su novela.
G. Barrena: Esta es una novela de arraigo comarcal y una comarca está más al alcance de uno a la hora de distribuir un libro, lo que nos permite un aspecto más casero del mundo editorial. Si luego el libro en el contraste con la realidad responde bien, abundaremos en un segundo tratamiento. De momento ya tenemos bastante con concursar con la realidad de la lectura, que es dura porque se lee poco, así como con la impresión de los que pisan este mismo paisaje.
Con ocasión de la presentación de la novela.
La entrevista es el resultado de una detallada conversación entre el periodista y los autores, tras la presentación de la obra en la Casa de Cultura de Cangas de Onís. El salón de actos de la Casa se llenó de vecinos, familiares, amigos, montañeros y público conocedor. Acompañaron a los autores en el acto Paco Pantín, de Corao, y Santiago Vega, de Cangas de Onís.